lunes, 21 de julio de 2014

En el corazón de Grecia, muy cerca de la ciudad de Kalambaka, se divisa un grupo de extraños montículos sobre los que, entre los siglos XIV y XVI, se construyeron una veintena de monasterios. Aupados al borde del abismo, los cenobios fueron erigidos de forma casi inverosímil, subiendo los materiales a pie o en cestas con poleas; no hace tanto los monjes recibían los alimentos de igual forma. Hoy los aficionados a la escalada trepan por estas rocas verticales y los visitantes llegan por empinadas carreteras. Subsisten seis monasterios habitados. En su interior sobrecoge el recogimiento, igual que los bellos frescos e iconos que cubren sus paredes. Lo mejor es llegar al amanecer para contemplarlos surgiendo entre las brumas, como en un visión fantasmagórica.


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