lunes, 8 de abril de 2013

Hace alrededor de 5.000 años, la erupción del volcán Corona abrió en el seno de Lanzarote un túnel de siete kilómetros por el que corrió la lava hasta la costa. La cavidad quedó solidificada y, siglos después, fue utilizada por los isleños como refugio contra los ataques de corsarios, e incluso como hogar por la familia de pastores que empezó a habitarla en el siglo XVIII y de los que toma el nombre: los Verdes. El itinerario que la recorre enlaza tres galerías superpuestas y llega hasta el lago de la fotografía, donde se produce una fantasía óptica que sorprende al visitante: el reflejo de las cúpulas de roca sobre el agua hace que la cueva parezca inmensa, aunque la profundidad del lago es de apenas 20 centímetros.


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