lunes, 8 de abril de 2013

Entre los pueblos marineros de Bermeo y Bakio surge la inconfundible silueta del islote de Gaztelugatxe, coronado por la ermita de San Juan. Ya documentada en 1053, durante sus casi mil años de historia el templo ha presenciado desde actos de piratería y naufragios, a ceremonias religiosas en épocas más recientes. La capilla está unida a la costa por un puente de 231 peldaños, rasgados en un acantilado de roca flysch –en la Península solo la hay en la Cornisa Cantábrica– que queda al descubierto cuando baja la marea. No hay otro balcón mejor en la costa vizcaína que esta atalaya que, junto a la cercana peña de Aketxe forma una reserva natural de gran valor por ser lugar de cría de aves marinas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario