En el poblado de Yaxuná, un chamán arrodillado ante un altar rectangular, símbolo de las cuatro esquinas del universo maya, entona plegarias para invocar la lluvia. En esta ceremonia ancestral los hombres dan vueltas alrededor del altar con ofrendas de comida, mientras los niños en cuclillas imitan el sonido de las ranas cuando llueve.
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