miércoles, 8 de enero de 2014

La grandeza de las montañas y el encanto de los pueblos tiroleses dibujan un paisaje de postal. Innsbruck, la deliciosa y monumental capital del Tirol, es el punto de partida para descubrir los valles de esta región alpina que reúne estaciones de esquí, diminutas aldeas, iglesias puntiagudas y granjas de madera. Destacan el Valle de Pitztal, con sus glaciares; el de Ötz, con lagunas cristalinas; y el de Kitzbühel –en la imagen–, rodeado por algunas de las estaciones invernales más famosas de los Alpes. El pueblo de Kitzbühel, pionero del esquí, ofrece una gran gama de instalaciones y servicios. Conserva, además, un centro medieval donde se erigen la iglesia de Santa Catalina (siglo XV) y la Torre Plfleghot (XVI), con un museo etnográfico.


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